miércoles, 18 de mayo de 2016

Charla gratuita el 12 de junio a las 11h


El peligro de poner etiquetas


   Los bebés vienen al mundo vacíos, tanto es así que, hasta que no aparece la identificación con el yo, no están separados de nada y no identifican lo que ven porque ellos y todo lo que les rodea son una misma cosa. Cuando aprenden a nombrar el entorno empiezan a distinguir: - Ah, esto es una montaña, esto es una hoja,...

   Son capaces de captarlo todo y lo que aprendan los primeros años de su vida se les grabará para siempre, por eso hemos de tener cuidado con nuestra forma de emplear el lenguaje. Si le decimos a un bebé que es malo, cochino, torpe, o cualquier otro calificativo, lo asume como parte de sí mismo desde que su ego se está formando.

   Las etiquetas pueden hacer mucho daño, ya que los seres humanos somos increíbles y maravillosos, podemos ser de una manera y al tiempo cambiar y ser de otra. De hecho la expresión "eres esto" o "eres así", sería mucho menos sentenciosa si la sustituyésemos por un "me gustaría que me escuchases" en vez de "eres insoportable", "me pongo nerviosa si caen alimentos al suelo cuando comemos fuera" en vez de "eres un cochino", "no sé qué hacer cuando te pones de esa manera" en vez de "eres un malcriado",... Siempre será mejor un "estás gritando" que "eres un gritón".

   Cuando se etiqueta a una niña o un niño acaba por creerse la etiqueta y eso limita la capacidad de cambio y evolución en que se encuentra. Y a partir de ahí, si le hemos dicho que es malo, intentará reforzar su identidad haciendo travesuras y "causando problemas".
Nuestros pequeños son niños: nuestros horarios, reglas, preocupaciones, obsesiones, prisas, rutinas,..., son nuestros, de adultos. Su edad es para jugar, reír, mancharse, imaginar, soñar, sorprenderse,... Cuando alguien nos pregunte si nuestra pequeña o pequeño es bueno podemos responderle: - Simplemente, es una niña o niño.
   
   No digo que no necesitemos que haya cierta organización ni algún horario, lo que sucede es que cada etapa trae unas cosas y la madurez se va alcanzando con el tiempo. Es normal que un bebé no quiera recoger, no desee compartir hasta una cierta edad, coma poco cuando hay muchos estímulos alrededor y no quiera ir a dormir tras un día muy ajetreado.

   Vivimos en un mundo muy ruidoso y de mucha actividad. Suerte que los niños nos recuerden que a veces es mejor adaptarse un poco menos al mundo y encontrar un poco de calma.

   También tendemos a comparar a los hermanos o los niños entre sí. Decirle a nuestro hijo "eres perfecto" es algo muy reconfortante. No tiene que cambiar nada para tener todo nuestro amor, es como es y nos refleja lo que nosotros somos. Nos copian en todo, así que si observamos lo que nosotros hacemos será suficiente para que ellos lo hagan.

   Cada pequeño instante es una gran oportunidad para mirarles a los ojos y darnos cuenta de que los adultos le damos demasiada importancia a las cosas. Ellos son más sencillos y nos enseñan que salir al teatro, bañarse, cocinar, esconderse, mirar las nubes, escuchar el viento, hacer cabañas en el sofá o cualquier otra cosa, puede ser divertidísima a su lado.

Nuria. El Bosc Màgic.


jueves, 31 de marzo de 2016

¿Controlar las Emociones?

   ¿Control de emociones? ¿Eso existe? ¿Puedo controlar mis emociones y las de los otros? 

   En la emoción, la mente pierde todo control. Ella necesita controlar, hacerse cargo, saber. En la emoción no hay control posible. Pero nos han contado que sí podemos controlarlas y exigimos ese mismo control sobre los niños, porque no sabemos hacerlo de otra manera, y así vamos heredando la locura de querer huir de las emociones, el intento de olvidarlas o ignorarlas, calmarlas, comprenderlas, analizarlas, juzgarlas y criticarlas. 

   Permitiéndome que la emoción se extienda, se vacíe en el cuerpo. En mi incapacidad para gestionar el intento vuelvo a encontrar esta vibración de lo esencial, esta disponibilidad. La emoción que surge ya no es un drama para mí, el no saber ya no es malestar, la no comprensión ya no es angustia y queda un estado de calidez en el que emerge el mundo. La emoción ya no es emocional, es una sensación sentida. Pueden emerger lágrimas, pero son lágrimas que no nos impiden funcionar ni estar disponible para la acción del instante.

Amor
Carles Company

martes, 1 de marzo de 2016

Lluerna Teatre el 9 d'abril al Bosc Màgic

Matí en família a la muntanya.
A les 11h titelles amb Lluerna Teatre.
A les 12h tallers de globoflexia, maquillatge i tirolina.
Reserva la teua entrada al 677 41 74 94.







miércoles, 17 de febrero de 2016

La coherencia de las madres y padres. "Aprendiendo a tomar las riendas de nuestra vida".

   Ser sinceros con nuestros hijos es algo bastante complicado, sobre todo porque cuesta mucho serlo con nosotros mismos. Nos educaron para intentar agradar a todo el mundo y llevamos toda nuestra vida haciéndolo.

Sería interesante cuestionar lo que oímos en torno al mundo de los niños para perder el miedo a hacer las cosas de forma distinta a como las hacen los demás.

¿Por qué queremos que los nuestros hijos pidan perdón o le den un beso cuando pegan a otro niño?

El perdón es algo que aprendimos de la religión, tiene que ver con la idea del mal, de la culpa y el arrepentimiento. La madre o el padre se siente mal con la acción de su hijo y le obliga a que muestre públicamente que eso que ha hecho tiene que enmendarlo. Agredir a otro es algo que ocurre por diferentes causas, lo cierto es que todos lo hacen alguna vez y suele solucionarse tan deprisa como ocurrió. A los pocos minutos ninguno de los niños se acuerda ni guarda rencor. Tal vez queramos que el niño pida perdón para que todos vean que no somos malos padres, cuando suele pasar que eso solo nosotros lo estamos cuestionando. También es bastante molesto besar a otro cuando no deseamos y el que ha sido pegado quiere que le dejen tranquilo.
Como padres podemos hacer varias cosas: recordar si nuestro hijo quería ir al parque o fue idea nuestra, pensar si hemos tenido un ratito para ella o él sin estar haciendo otras cinco cosas, observar si estamos prestándole atención o hablando todo el tiempo con otros padres y recordar la importancia de proteger a nuestros hijos si son pequeños y de intentar parar su mano si van a pegar a otro. 

Ir al parque porque el niño necesita socializar o que le de el aire

Los parques son lugares de mucho estrés a ciertas horas. Si podemos pasar algún rato a solas con los peques, veremos que necesitan tiempo con nosotros y hasta los 3 años, por lo menos, no necesitan socializar. Lo cierto es que a veces los padres no podemos estar en casa con ellos porque andamos cansados del trabajo y queremos que se distraigan en la calle. Podemos admitirlo, no somos perfectos y solemos tenerlos tarde, cuando nuestra energía no es la misma que a los 20 años.
Los niños no se portan mal nunca, intentan ser escuchados y amados. Cuando perciben que la mamá no está bien, es normal que intenten ayudarla llorando, chillando, pidiendo brazo,... Si somos capaces de darnos cuenta de que cuando nuestro pequeño está muy movido somos los adultos los que no estamos presentes, les haremos un gran regalo. Entonces podemos buscar un lugar tranquilo y contarles el día horroroso que hemos tenido, lo tristes o nerviosos que nos ponemos al sentir que no les mostramos nuestra mejor cara, la poca paciencia que tenemos y nuestra incapacidad de solucionarlo en ese momento. Puede que creamos que los bebés no nos entienden, por eso solo descubrimos lo mágico que es hablar con nuestrosbebés y niños desde el corazón cuando lo probamos. De repente nos calmamos, ellos se calman, y todo cobra coherencia.

Ser compasivos

No hay nada de malo en sentirnos enfadados, frustrados, impotentes,... Somos madres y padres en continuo aprendizaje y así será hasta que, al menos, nuestros hijos se vayan de casa.
Empleamos mucha energía en intentar que nuestros hijos hagan "lo correcto", cuando lo ideal es que sean libres para no parecerse en nada a nosotros. Así, como mínimo, no repetirán nuestros mismos errores ni seguirán el patrón familiar.
Si tenemos la certeza de que no sabemos qué es lo mejor para ellos, algo nuevo y maravilloso puede ocurrir, la vida siempre es sorprendente si no queremos atraparla.

Sintiendo a nuestros hijos

Lo que digan los libros, otros padres, el pediatra, los abuelos, los maestros,..., no tiene demasiada importancia. Delegar en otros las decisiones importantes en relación a nuestros hijos tiene que ver con nuestra inmadurez. Somos padres y en la mayoría de ocasiones decidimos tener un hijo, por eso merece que nos hagamos cargo y que confiemos en nuestro criterio más que en las opiniones ajenas. No hay pronto ni tarde para dejar la teta, ni el pañal, ni para hablar, ni comer con cubiertos, ordenar, leer,... No hay niños demasiado flacos ni pequeños ni poco espabilados si están sanos. Esto no es una carrera por llegar antes aunque así nos lo hayan vendido.
Seamos compasivos: fuese una buena idea o no, le dimos un chupete a nuestro bebé, ahora hay que quitárselo. Mejor con calma porque no lo pidió y ahora merece cariño y calma.
Si nos escuchamos y a ellos, todo irá bien, encontraremos las respuestas y nada será tan complicado como imaginamos.

Todos los que somos críticos con nuestra manera de criar estamos deseosos de crecer y aprender de la mano de nuestros hijos. Y de ahí saldrá algo hermoso.

Nuria