miércoles, 18 de mayo de 2016

El peligro de poner etiquetas


   Los bebés vienen al mundo vacíos, tanto es así que, hasta que no aparece la identificación con el yo, no están separados de nada y no identifican lo que ven porque ellos y todo lo que les rodea son una misma cosa. Cuando aprenden a nombrar el entorno empiezan a distinguir: - Ah, esto es una montaña, esto es una hoja,...

   Son capaces de captarlo todo y lo que aprendan los primeros años de su vida se les grabará para siempre, por eso hemos de tener cuidado con nuestra forma de emplear el lenguaje. Si le decimos a un bebé que es malo, cochino, torpe, o cualquier otro calificativo, lo asume como parte de sí mismo desde que su ego se está formando.

   Las etiquetas pueden hacer mucho daño, ya que los seres humanos somos increíbles y maravillosos, podemos ser de una manera y al tiempo cambiar y ser de otra. De hecho la expresión "eres esto" o "eres así", sería mucho menos sentenciosa si la sustituyésemos por un "me gustaría que me escuchases" en vez de "eres insoportable", "me pongo nerviosa si caen alimentos al suelo cuando comemos fuera" en vez de "eres un cochino", "no sé qué hacer cuando te pones de esa manera" en vez de "eres un malcriado",... Siempre será mejor un "estás gritando" que "eres un gritón".

   Cuando se etiqueta a una niña o un niño acaba por creerse la etiqueta y eso limita la capacidad de cambio y evolución en que se encuentra. Y a partir de ahí, si le hemos dicho que es malo, intentará reforzar su identidad haciendo travesuras y "causando problemas".
Nuestros pequeños son niños: nuestros horarios, reglas, preocupaciones, obsesiones, prisas, rutinas,..., son nuestros, de adultos. Su edad es para jugar, reír, mancharse, imaginar, soñar, sorprenderse,... Cuando alguien nos pregunte si nuestra pequeña o pequeño es bueno podemos responderle: - Simplemente, es una niña o niño.
   
   No digo que no necesitemos que haya cierta organización ni algún horario, lo que sucede es que cada etapa trae unas cosas y la madurez se va alcanzando con el tiempo. Es normal que un bebé no quiera recoger, no desee compartir hasta una cierta edad, coma poco cuando hay muchos estímulos alrededor y no quiera ir a dormir tras un día muy ajetreado.

   Vivimos en un mundo muy ruidoso y de mucha actividad. Suerte que los niños nos recuerden que a veces es mejor adaptarse un poco menos al mundo y encontrar un poco de calma.

   También tendemos a comparar a los hermanos o los niños entre sí. Decirle a nuestro hijo "eres perfecto" es algo muy reconfortante. No tiene que cambiar nada para tener todo nuestro amor, es como es y nos refleja lo que nosotros somos. Nos copian en todo, así que si observamos lo que nosotros hacemos será suficiente para que ellos lo hagan.

   Cada pequeño instante es una gran oportunidad para mirarles a los ojos y darnos cuenta de que los adultos le damos demasiada importancia a las cosas. Ellos son más sencillos y nos enseñan que salir al teatro, bañarse, cocinar, esconderse, mirar las nubes, escuchar el viento, hacer cabañas en el sofá o cualquier otra cosa, puede ser divertidísima a su lado.

Nuria. El Bosc Màgic.


No hay comentarios:

Publicar un comentario